Mientras el olivar tradicional agoniza por falta de rentabilidad, más y más fincas se transforman en olivares intensivos de regadío que revientan los precios y agotan los acuíferos. Sobreproducción y sobreexplotación van íntimamente ligados. Y pagan el pato quienes no hacen este tipo de barbaridades. ¿Seguiremos premiando a los tramposos? La JCCM solo ha actuado tras reiteradas denuncias por parte de Ecologistas en Acción.
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