Datos de hoy mismo del consejo de la juventud: sólo dos de cada diez jóvenes han podido emanciparse en este 2017 y cuatro de cada diez están en riesgo de pobreza. O sea, un desastre rotundo, sin paliativos; una inversión de futuro, como país, absolutamente ruinosa. Estamos castrando las aspiraciones, los proyectos vitales –insisto– de toda una generación, pero quienes más podrían hacer por evitarlo están en otras cosas. Y sobre todo en sus propios líos.
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