Una Iglesia cansada, envejecida, con su histórico espacio de influencia carcomido por el avance de la secularización, encara la exigente crisis del coronavirus. No son días fáciles para la milenaria institución católica. La cúpula mantiene un papel discreto, aplaza la campaña Xtantos y centra los focos en el buque insignia de su obra social. La pandemia pone a prueba a la institución católica, sin cepillo por los templos cerrados y con un clero envejecido .
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