Senji Nakajima, un japonés de 61 años, oriundo de Tokio, es el protagonista de una insólita historia de amor posmoderno. Es que el sujeto se hartó tanto de las relaciones humanas que terminó entablando una relación emocional con una muñeca que, aunque tiene el aspecto de una mujer, no deja de ser de plástico. El hombre, un jubilado, dejó a su esposa y se “enamoró” de su muñeca inflable.
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