Los cerca de 33.000 empleados de Iberdrola se encontraron este martes con una sorpresa al abrir su ordenador. La compañía les avisaba sobre el estricto uso de la información confidencial de la empresa y le instaba a la firma de un documento en el que se comprometían, bajo aviso de consecuencias civiles o penales, a no compartir ningún dato relativo a contratos, pedidos de compra, facturas, pagos y cobros relativos a proveedores.
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