Con los codos apoyados en el mostrador, Eduardo Represas da toquecitos a su reloj. Llego efectivamente unos minutos tarde, y se lo reconozco. Cosas del tráfico de primera hora en la autovía que separa mi casa, en Vigo, de su taller de gaitas, un diminuto edificio de fachada rojiza situado a las afueras de Ponteareas.
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