Resulta que ellas no están allí por lo que valen. Por lo que saben. Por lo que pueden aportar. Por su experiencia. Ellas están allí por su cuerpo. Por guapas. Quizá van a ayudar a dirigir un país pero sólo son una cara mona. O eso opinan sus compañeros. La guerra de gallitos por tener a las mejores nenas políticas en sus filas. Y que los otros tengan las más feas. Porque las políticas de izquierda, ya lo saben los de la ultraderecha, son feas y no se duchan. A esas no las cuentan en la competición. Mejor las nenas políticas de bien.
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