(...) En la frontera oriental de Europa: dos viejos blancos juegan un juego en el que ninguno puede retirarse. El viejo blanco americano ha vuelto de la derrota más humillante y trágica. Peor que Saigón, Kabul permanece en la imaginación global como un signo del caos mental de la raza gobernante. El viejo ruso blanco sabe que su poder se basa en una promesa nacionalista: se trata de vengar el honor violado de la Santa Madre Rusia. El que se retira lo pierde todo.
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