Un amplio despliegue policial en el Coll de Ares para controlar los participantes del encuentro. Se pedía la documentación del coche y la personal, así como abrir los maleteros de los vehículos. "La situación ha sido un poco absurda porque podíamos escuchar las conversaciones con la central, tenían conectados los altavoces ... y pedían cosas como si estábamos al corriente de pagar a Hacienda!" Interpretan que los controles tenían un carácter "intimidatorio" al tener conocimiento del encuentro ya que era pública
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