El referéndum del domingo no deja de ser una lúgubre elección entre pobreza y pobreza. Pero a medio y largo plazo, la cosa cambia. Ante un sí, es muy probable que la troika siga exigiendo ulteriores recortes y medidas de austeridad. Ante un no, un banco central emisor de divisa propia reganaría el control sobre la política fiscal y monetaria del país, pudiendo controlar las tasas de interés e inflación de manera favorable para reactivar la economía griega.
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