Grecia eligió el cólera. Con los pies al borde del abismo del default, Atenas decidió agarrarse en el último momento a la cuerda de espinos que le tendieron sus prestamistas. Esos que antes eran socios. La opción alternativa, la peste, era el default. El gobierno griego envió el jueves a la noche a Bruselas el documento de ajustes y reformas –subas de impuestos, recortes de gasto social y de pensiones, privatizaciones- que deben aprobar sus acreedores a cambio de otro rescate.
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