La reciente tragedia de los (ponga aquí el número) inmigrantes tratando de alcanzar las costas de la Unión Europea ha vuelto a aflorar los sinceros sentimientos de nuestra sociedad, de sus representantes políticos y religiosos y de los medios. “No puede volver a ocurrir” decimos todos. “Es terrible”, lloramos mientras encendemos una vela dentro de un tubo rojo que colocamos con mimo en algún lugar para el duelo. “Intolerable”, exclamamos con ira mientras nos hacemos una foto con cara circunspecta y fondo blanco para el hashtag
#JeSuis700Lampedu