Francisco Franco no era hombre de picoteos. A lo largo de su interminable dictadura, el del Ferrol contó a sus confidentes con los dedos de una mano... y, como se suele decir, le sobraban. Populares son los casos de José María Bulart –su sacerdote y confesor– o Vicente Gil –su médico personal–; ambos, a su servicio durante cuatro décadas. Pero hubo uno más: Wilhelm Canaris, maestro de espías nazis en España 'de iure' y conspirador contra Adolf Hitler
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