La historia es conocida: durante la Segunda Guerra Mundial, la práctica totalidad de los países de Europa Occidental cambiaron de huso horario. En algunos casos, fue por la invasión de la Alemania Nazi; en otros, fue una decisión (más o menos) voluntaria de los distintos países. Sea como sea, cambiaron a la hora de Berlín. No obstante, eso no es lo llamativo. Lo realmente llamativo es que, después de la Guerra, ninguno de esos países volvió a su huso anterior. La explicación, aunque no lo parezca, es mucho más sólida de lo que parece.
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