En un país donde siempre ha habido más espacio que personas, donde la tierra y la vida silvestre son atesoradas como un Picasso, la naturaleza se cierne peligrosamente. Impulsados por el cambio climático y la renuencia del mundo a enfrentarlo, los incendios que han azotado en Australia no solo están destruyendo vidas o convirtiendo bosques grandes como naciones en cenicientos paisajes lunares. También están obligando a los australianos a imaginar una forma de vida completamente nueva. “Si de esto no surge un gran cambio, estaremos condenados".
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