La carretera que sube al Cerro Garabitas, el punto más alto de la Casa de Campo, ha desaparecido, pero se intuye por los pinos piñoneros que han ido surgiendo y repoblando al borde del asfalto. Hoy está colapsada por los miembros de los árboles que han sido víctimas de la mayor nevada sufrida en seis décadas. La escena es terrible, y en medio de la belleza de lo exótico se barrunta la destrucción masiva. Cuando pase la nieve y asome la verdad, veremos las consecuencias reales.
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