Cada mañana nos regala un monólogo lleno de misantropía neoliberal que, muy en el fondo, nos hace falta escuchar. Tampoco pretendo hacer una apología del personaje, el tipo se ha ganado con creces la gran mayoría de cosas que se han dicho de él. Su programa (y prácticamente todo lo que lleva su firma) huele a odio y a Brummel.
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