Con el estallido de la crisis a partir de 2008, se pusieron en marcha un elevado número de ayudas para sostener el sistema bancario a escala global. Si nos centramos en la Unión Europea, gran parte de los países han solucionado los problemas bancarios cargándolo al bolsillo del contribuyente, mediante las cuentas públicas. Sólo muy pocos países de la UE pueden decir aquello de "no hemos salvado a los bancos", en concreto tendríamos a República Checa, Estonia, Malta, Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Finlandia, Hungría y Suecia.
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