Estos esfuerzos son bien intencionados, pero las prohibiciones de reconocimiento facial son la forma equivocada de luchar contra la vigilancia moderna. El hecho de centrarse en un método de identificación concreto malinterpreta la naturaleza de la sociedad de la vigilancia que estamos construyendo. La vigilancia masiva ubicua es cada vez más la norma. En países como China, el gobierno está construyendo una infraestructura de vigilancia para el control social. En EE.UU., la construyen las corporaciones para influir en nuestros hábitos de compra.
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