España ya está rota, nadie se engañe. A estas alturas, quien desee realmente que exista debe aceptar que ya no es momento de amenazar, sino de idear y construir puentes; no es tiempo para guerreros, sino para ingenieros. Esa fractura es tan evidente que la escriben con titulares los observadores desde otros países, pero aquí simplemente se niega su existencia: "Aún no pasó nada y no va a pasar". Pero ya pasó.
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