A uno de los fiscales anticorrupción de Murcia le han entrado en casa dos veces. Los ladrones no buscaban dinero; buscaban información sobre la lucha contra la corrupción. Lo extraordinario del caso es que los delincuentes no disimularon su objetivo: no se llevaron la tele de plasma ni dinero en metálico, no tocaron nada salvo el ordenador y la caja en la que guardaba el teléfono móvil. Querían mandarle un mensaje. A su manera estaban dejándole una cabeza de caballo en la cama. Como en El Padrino.
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