Atraídos por las dificultades de este país afectado por la crisis económica, comenzaron a llegar los inversores extranjeros. Por su parte, el Estado les seguía el juego, deshaciéndose de sus propiedades a precio de saldo. En junio de 2013, el Gobierno sacó a la venta más de 15.000 de sus inmuebles, entre ellos algunos edificios singulares. Dos años después, muchas cosas han cambiado, pero la tendencia general parece mantenerse: España sigue en venta y los inversores extranjeros aún aprovechan esta situación.
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