A los camellos les puede pasar como a los videoclubs. De tener en los 80 uno en cada esquina, corren el riesgo de desaparecer de las calles por la competencia online. Internet ha cambiado el modo en que leemos, llamamos un taxi y hasta ligamos. Y, claro, está revolucionando también el trapicheo. Un cibercamello gana 4.000 euros al mes.
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