Como hace cuatro años, sigue teniendo una velocidad más que los que le rodean, pero ahora sabe retenerla mejor. Aún así, son las ocho de la mañana y Escribano ya lleva dos horas en su despacho. Con esos horarios es fácil, como decía hace cuatro años a aquellos que tildaban su éxito de fruto del azar, que “la suerte te pille trabajando”
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