El mercado mayorista de mariscos de Huanan en el centro de la provincia de Wuhan era ese tipo de lugar en el que uno se pilla un resfriado. Los vendedores comenzaban a surtir sus puestos a eso de las tres de la mañana con las manos hundidas en cubos de agua fría y limpiaban y preparaban la mercancía para los clientes que llegarían poco después. Cuando Lan, que vendía marisco seco en uno de los 1.000 puestos del mercado de Huanan, comenzó a sentirse mal a mediados de diciembre no le dio mucha importancia.
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