"Tuvimos que huir. Si no, nos habrían matado a mis hijas y a mí", dice Fatina al-Ghoul llorando mientras mira un montón de escombros de lo que antes era su casa. Una excavadora llegó y está retirando los escombros de su calle, que ha quedado en ruinas. Ella y otras nueve mujeres, familiares y vecinas, huyeron de sus casas en el campo de refugiados de Yenín durante las operaciones militares israelíes de los últimos días, las más importantes en años.
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