El príncipe Carlos, heredero al trono británico, es un arquitecto tradicionalista frustrado y un primer jardinero ecologista, que durante años intentó algo que no tiene permitido él como futuro soberano ni la reina Isabel como jefa de Estado. Influenciar a los ministros y departamentos del gobierno con sus puntos de vista y su lobby, en una monarquía parlamentaria. El problema hubiese sido un secreto de Estado si el ex primer ministro Tony Blair no hubiera impuesto el Acta de Libertad de Información...
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