Pujol era pues idolatrado tanto en Barcelona como en Madrid, pero hasta el consenso más gigantesco tiene siempre alguna grieta. El grano en el culo del Pujol de los ochenta se llamó punk barcelonés, que atizó sin cuartel al President y a todo lo que representaba durante una década. [...] Y siempre con un grito de guerra: Que pagui Pujol!
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