Un centenar de activistas de Greenpeace participan en la acción más numerosa de la historia de la organización para exigir la demolición definitiva del edificio levantado junto a la costa. Veinte furgonetas circulan una tras otra por una carretera desangelada mientras la costa del Cabo de Gata amanece. Pasadas las siete de la mañana, aparece él, el símbolo de la invasión urbanística del litoral, el Hotel Algarrobico. La última vez se despidieron con la ilusión de no tener que volver, pero allí sigue implacable.
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