En Venezuela los precios suben a diario, la actividad económica se detiene y los bienes desaparecen, pero nada se puede mesurar y comprobar oficialmente desde que el Banco Central comenzó a retacear las estadísticas, un blackout que en algunos casos ya supera los seis meses. Los datos de inflación -que deben divulgar el Banco Central de Venezuela y el Instituto Nacional de Estadística- ya acumulan un retraso de 50 días, dado que el último indice fue el de mayo, cuando en términos anualizados rozó el 61%, la mayor del hemisferio americano.
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