Quizás sea una de esas mujeres que se ha dado de bruces contra la realidad cuando, a pesar de tener instinto materno, se ha encontrado perdida y confundida ante la llegada de su bebé. Puede que incluso no haya sentido esa felicidad radiante de la que tanto le han hablado a lo largo de su vida. Tranquila: probablemente no le ocurra nada enfermizo ni patológico. Bienvenida a la maternidad real.
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