Por eso me cuesta mucho entender que la primera y principal condición impuesta al emérito por su sucesor y por el propio Gobierno no haya sido que regularice de inmediato su situación con Hacienda. Y también me cuesta mucho imaginar que a cualquier otro español con el cúmulo de indicios que pesan sobre el emérito no se le habría retirado el pasaporte en lugar de expresar “sentido respeto y agradecimiento” ante la decisión de abandonar España.
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