Apenas unas horas después de que Mark Zuckerberg y Priscilla Chan anunciaran su intención de donar a causas benéficas el 99% de sus acciones de Facebook (alrededor de 45.000 millones de dólares a precios actuales), arreciaron las críticas. Acaso la más repetida haya sido la de reprocharles su hipocresía por la “ingeniería fiscal” que acomete Facebook para minimizar su factura tributaria. ¿Cómo alabarles por echar mano a la filantropía cuando ni siquiera se esfuerzan por pagar suficientes impuestos con los que nutrir las arcas estatales?
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