La mayor virtud de Hernando es la honestidad con sus pulsiones y prejuicios. Y el discurso del miércoles en ese espacio que se reserva al portavoz del partido en el Gobierno -que fue la intención parlamentaria, casi extinta, de dejar patente las diferencias teóricas entre uno y otro-, sus pulsiones y prejuicios brillaron como lo hacen siempre, como esa vía de sentido único que no admite componendas, como su pelo, que marca la única dirección aceptable.
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