La operación política, cultural y estética que se está obrando ante nuestras narices es gigantesca, rapidísima, prolija en significados. Resumiendo: sin culo no hay paraíso. El fenómeno es global y coloca el trasero en el punto focal de los multimegamillonarios negocios del cuerpo (moda, cosmética, showbusiness, cirugía estética, prácticas sexuales, pornografía...), de la misma manera que los 90 estuvieron bajo la influencia de los pechos armados de silicona.
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