Testigos apuntaron que la persona bajo sospecha accedió al templo "de forma sigilosa" y se colocó con celeridad en el altar, para posar en la foto, sin que nadie entonces reparase en que se trataba de un infiltrado. Sí llamó la atención de algunos de los presentes el hecho de que el supuesto militar llevase un "traje de verano", dado que, al tratarse de una celebración oficial, lo correcto es que fuese vestido con el traje de gala. "Ningún militar que se precie iría de esa guisa", destacaron. También suscitó suspicacias el calzado que llevaba.
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