La conclusión resulta obvia: unos pocos grandes inversores interconectados controlan la economía mundial. Quien controla la economía global controla también a buena parte de los gobiernos del mundo, cuya sostenibilidad depende precisamente del resultado de sus proyectos económicos. Los escándalos de corrupción que hunden a la clase política muestra también su dependencia de las corporaciones, que de hecho financian sus campañas electorales, no siempre de manera legal. Los “Cuatro Grandes” (“Big Four”) que son dueños de todas las corporaciones
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