En España parece que no nos enteramos, comparamos las energías renovables con las procedentes de energías fósiles y los coches eléctricos con los diésel o gasolina sin tener en cuenta muchos impactos que se escapan de los análisis más simplistas. Ya es hora de agarrar al toro por los cuernos y de llamar a las cosas por su nombre, dejando a un lado la ideología si lo que prima son los intereses económicos y pensando egoistamente lo más sensato es abandonar las energías fósiles.
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