La compra de una cosechadora agrícola en Londres por parte de una empresa de Villanueva de Gállego ha terminado en los tribunales. Y no porque las partes tengan algo que reprocharse, sino porque alguien intervino los correos electrónicos que se cruzaron durante la operación y modificó el número de la cuenta bancaria donde había que ingresar el dinero. De este modo, el habilidoso y anónimo ‘hacker’ logró que los casi 80.000 euros que costó la máquina terminaran en la libreta de un particular.
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