Pese a la prohibición de conceder más licencias turísticas, el propietario aprovechó una grieta legal para convertir 120 viviendas en apartamentos turísticos. Ahora, a medida que se acaban los contratos de alquiler, se expulsa a los inquilinos para dar paso a turistas. Algunos vecinos con contrato hasta 2028 tendrán que convivir con las molestias que genera la entrada y salida de tantos huéspedes. El Ayuntamiento no ha podido hacer nada más que mirar que se esté siguiendo toda la normativa. Mientras tanto, 120 pisos menos para uso de familias.
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