Poner el acento en las terapias clínicas individuales aleja del imaginario social el contexto de crisis y recortes sociales. Coloca la culpa de la situación de pobreza y desempleo en las propias personas que la padecen, convirtiéndolas en víctimas doblemente, en lugar de en la estructura que las condena a esa situación. Y libera a las administraciones de la responsabilidad de desarrollar potentes políticas públicas para eliminar el desempleo. O huimos del falso debate entre necesidades psicológicas y políticas estructurales o el neoliberalismo.
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