Los análisis y entrevistas a más de 1.700 pacientes voluntarios del estudio Capua concluyen que "no influye la susceptibilidad genética, sino la contaminación ambiental o los factores de riesgo del individuo". O el mismo lugar de trabajo, ya que donde falta un servicio de prevención anual los riesgos se multiplican “por tres o por cuatro”. Un cambio en los hábitos de vida y la reducción de la contaminación atmosférica rebajaría el número de casos de esta enfermedad.
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