La víctima identificó desde el primer momento al acusado como el hombre que el 11 de agosto de 2020 estuvo a punto de acabar de su vida. No lo conocía de nada, pero fueron tales los desgarros y padecimientos sufridos que su rostro se le quedó grabado a fuego. Primero en fotos y después durante una rueda de reconocimiento, la mujer señaló sin ninguna duda a su atacante. Y lo mismo hubiera hecho hoy en el juicio de seguir viva. Pero aquella terrible experiencia y su delicada salud acabaron causando su fallecimiento hace unos meses.
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