Era martes, dos de abril de 1990 cuando la Guardia Civil dio el alto a un Renault 14 que lo cambió todo. Los agentes esperaban en un control rutinario de carretera cuando confirmaron que el vehículo realizaba maniobras sospechas. Tanto como para saltarse el cordón de pinchos que la Guardia Civil había colocado en el suelo. Desde el interior del coche, un joven custodiaba con una pistola 330 kilos de explosivos, destinados a colocar un coche bomba en la jefatura de la Policía Nacional en Sevilla.
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