Los hechos sucedieron en julio de 2017 cuando el condenado, de 80 años, se encontraba en su huerto y recibió la visita de dos niñas de 7 y 5 años, que vivían en las proximidades de la misma, y solían acudir al lugar a jugar. Allí, las menores se sorprendieron al ver a un perro lamerse los genitales, a lo que el acusado les dijo que "el también tenía uno" mientras se ofrecía a enseñárselo y a que ellas también le enseñaran sus genitales. Ante la negativa inicial de las niñas, Antonio "simuló extraer su pene"
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