Los juguetes no empezaron a tener un segmento de mercado claro hasta los años 40, cuando los fabricantes de juguetes en Estados Unidos vieron el potencial. La industria se dio cuenta de que, en general, las familias acaudaladas se gastaban más dinero si los productos estaban dirigidos a un público en concreto. Esto llevó a diseñar la ropa en colores marcados por géneros, pero también a segregar la oferta juguetera. Los marketeros vieron una oportunidad de oro para posicionar las cosas de un modo nuevo y para empujar a las familias al gasto.
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