Desde que -hace ya más de 50 años- el Informe Coleman nos dejó claro que, en términos estadísticos, el factor más explicativo de los resultados escolares es, con mucha diferencia, el origen familiar del alumnado, es decir, la pobreza y la privación cultural, la pregunta esencial no debería ser cómo combatir el fracaso escolar, sino cómo hacer frente y eliminar hasta donde sea posible ese “determinismo” que no es tal, porque tiene unas causas perfectamente reconocibles y unas situaciones a menudo invisibilizadas.
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