La principal manera de blindarnos frente al coronavirus está clara: lavarse bien las manos y evitar tocarse con ellas los ojos, la nariz y la boca, que es por donde el virus penetra en el organismo. Parece fácil. No lo es. A estas alturas, todos hemos constatado que la primera parte es sencilla, aunque tiene su técnica, pero que frenar el acto reflejo de llevarnos las manos a la cara puede llegar a ser un trabajo hercúleo. Quizá porque es un movimiento demasiado arraigado; comienza antes de nacer.
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