Según han explicado fuentes municipales, el problema se detectó el pasado 2 de agosto, cuando comenzó el derrame de fluidos del cadáver en cuestión. Aunque no es habitual que esto suceda, sí puede pasar de manera puntual. Aunque lo habitual es que estos líquidos se sequen con cierta rapidez, según los expertos consultados. No obstante, en este caso fue a más. Solo tres días después, el 5 de agosto, la mancha ya se había extendido por buena parte del nicho y, siempre según las fuentes, había empezado a calar a otros ataúdes que había próximos.
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