No quedó otro remedio que poner en práctica el bail-in: en lugar de salvar a los bancos con el capital de los contribuyentes, se repartieron sus pérdidas entre los inversores de los bancos. Chipre comenzó a crecer muy ligeramente en 2015 y su tasa de desempleo empieza a declinar. Para 2016 se prevé que el país alcance por primera vez superávit presupuestario y que su deuda pública caiga por debajo del 100% del PIB.
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